martes, 19 de agosto de 2008

Hiroshima y Nagasaki

Tras los más inocentes y dulces sentimientos pueden esconderse mortales bombas de tiempo. Explotan en el momento menos esperado, detonadas por sucesos simples, pero nunca insignificantes.
Boom! Se agrietan las paredes, tambalea esa calma ficticia. Las razones se caen a pedazos y quedamos expuestos, frágiles, aturdidos.


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