Salimos de Pasto a las 9 am, no despedimos de Maria Cristina y Nidia llenos de gratitud por su gran hospitalidad. Caminamos hasta "la Pana", esa fue la única indicación que logramos entender, (porque aquí es difícil comprender cuando se habla de direcciones y de cómo llegar a x ó y punto, pareciera que hablaramos idiomas distintos :)) y tomamos un taxi que nos llevara hasta la salida de Pasto. El taxista nos hizo las preguntas de rigor:
¿Son pareja? Respuesta: NOOOOOOO, somos amigos.
¿a donde van? Respuesta: Ecuador
¿cómo viajan? Respuesta: echando dedo
¿ y sus familias que dicen? Respuesta: nos apoyan... bla,bla,blacomo siempre, se sorprende un poco con las respuestas. Llegamos a una estación de servicio y decidimos caminar un poco; paramos al lado de la entrada del batallón y nuestras vidas y mentes se dedicaron al Autostop. Pasaron varios minutos y no había respuesta por parte de la gente,hasta que desde un carrito rojo nos preguntaron si nos servía ir hasta Yacuanque, y sin saber donde quedaba ,dijimos que de una!. Jaime Calpa y su mamá nos acercaron un poco a nuestro destino, nos alentaron a continuar la aventura y nos dieron algunos tips sobre la frontera, que cada vez se sentía más cerca. Nos dejaron en la estación de servicio de Yacuanque, rodeada de montañas que semejaban colchas de retazos: muchas gamas de verde, café y ocre comformaban un hermoso telar de vegetación. Ese fué un tramo del camino que disfruté al máximo. Soplaba un viento fuerte y frio, pasaban y pasaban carros. Extraños nos pitaban, sonreian y saludaban como si fueramos viejos amigos. Es divertido causar reacciones en la gente, pararse en lugares desiertos y poblarlos de humanidad, romper la monotonia del asfalto.
Por fin un vehículo de esos que transportan carga Ancha y Pesada se apiadó de nosotros y frenó en medio de nuestro asombro. Corrimos y en un abrir y cerrar de ojos, Don Franco dejó de ser un extraño para nosotros. Poco a poco conocimos sus historias, sus aventuras de joven, su mundo en la carretera, sus negras experiencias con la policia vial (esa que más adelante retrasaría nuestros horarios). Nos contó con emoción cuando se voló con su novia de la universidad por una semana, para ir hasta la mitad del mundo en Ecuador, "nos fuimos echando dedo" dijo con nostalgia, "yo fuí muy loco" agregó sonriente.
Llegamos a la Estación de Servicios "EL PLACER" y la mal acreditada policia vial detuvó el vehículo, pues había iniciado el plan retorno y los vehículos grandes no podían transitar más. Los tipitos eran bastante groseros con los conductores, se notaba que poco sabían de relaciones humanas. "Hasta aquí nos llegó el paseo" pensamos, nos bajamos y esperamos un poco. El policia en cuestión se acercó a preguntarnos quienes eramos, y para donde íbamos...Don Franco mientras tanto hacía unas llamadas a mi general no se quiensito, al dueño del carro, a los que estaban esperando el carro, etc. Decidimos seguir y despedirnos, el policia hizo la pregunta más estúpida que se le pudo ocurrir: ¿ustedes andan armados?; nosotros en shock e indignados dijimos que obviamente no, que eramos estudiantes y no malandrines. Nos paramos a echar dedo, pero era un sitio muy complicado. Y sí señores, Don FRanco se salió con la suya, sus contactos trabajaron habilmente, y en el país del sagrado corazón las influencias pueden mover montañas y hacer que vehículos de carga Ancha Y PeSADA transiten por la carreteras durante la operación retorno. Nosotros volvimos de copilotos, rumbo al Pedregal.
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