Nos levantamos bien tempranito (bueno yo,porque Carlos sí madruga) para irnos a la capital. Ya teniamos Couch y queríamos saber como sería el autostop en tierra ecuatoriana. Empacamos las mochilas y nos despedimos, pero el papá de Juan Alex cambió nuestros planes, pues caimos bajo el encanto de su sabia y amena conversación. Este hombre, de orígen humilde nos contó como desde muy joven se dedicó a trabajar en el campo de los textiles y logró así sacar adelante su familia. Por su excelente desempeño como reparador de maquinaria, fue contratado en Venezuela y Colombia. Vivió en Bogotá hace 40 años ( ypara mi sorpresa, también conoce Armenia).
Desde sus ojos verdes brillan escenas de un pasado que revive con sus palabras, nos cuenta como la economía del país decayó después de la dolarización y como la vida se hizo más cara para todos, varias empresas se fueron a la quiebra y muchos quedaron desempleados. En Otavalo, aún queda la Textilera Pinto, que logró enfrentar la crisis a costa de sus empleados: explotandolos laboralmente. La conversación se acerca a su fin y nos vamos, con muchas ganas de volver.
Ecuador es un paraíso para el hitchhiking, salimos a la Pana, caminamos un poco y sin tener que salir de la ciudad conseguimos quien nos llevara hasta Quito. Fué demasiado bueno para ser verdad!. El paisaje como siempre, espectacular!Lastima que no pudimos ver el Cayambe, porque habían muchas nubes, pero sí paramos para que nos mostraran el verdadero sitio por donde cruza el paralelo del ECUADOR.
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